miércoles, 27 de junio de 2012

Ruta 1


La ruta se inicia  en a costa do Campo, camino empedrado y desgastado por miles de caballos a lo largo de 350 años de la historia de la rapa, que sobrevivió a los hierros de las ruedas de los carros de vacas, acariciado por los zuecos de madera, desgastado por las lluvias y agradecido a las botas y deportivas de los alegres excursionistas y hoy, cansado, reposa ya, bajo el asfalto
Se cruza la carretera de Cerdedo-La Estrada y se retoma el camino que se vuelve cantarino porque en paralelo baja el río y, medio ocultos por carballos, se oyen las saltarinas aguas de los molinos de Concha, das Paradas y do Medio que forma parte de la ruta de los Molinos, un conjunto de nueve molinos  que abastecían de trigo, centeno y maíz y de noches seductoras a Sabucedo; hoy recuperados en la ruta Dos Muiños de Devesacarballa.
Atravesamos a Ponte de Saramagoso, puente medieval que ponía límites al pueblo y buscaba los horizontes de los montes; subimos a la carretera que une la de Quireza con Sabucedo, la atravesamos y  nos dirigimos por un camino a la izquierda hasta a Carballeira de Pequite,  aquí, por la derecha, nos adentramos entre carballos  por  un estrecho carreiro, que se va empinando pero lo agradecemos porque nos permite  ir disfrutando, poco a poco, de un bosque de acibros en un paisaje de leyendas y mitos.
Abandonamos la carballeira, salvando un pequeño hueco en un muro a la derecha, atravesamos una finca de eucaliptos y llegamos a la carretera de Quireza- Forcarey, que cruzamos. Hemos llegado en media hora
Iniciamos la ascensión por un camino  de tierra y  llegamos a las faldas do Marco do Feal, un bosque que antes era sólo de carballos, al que bajaban los caballos a gran velocidad en un anuncio de televisión de los setenta “Soberano es cosa de hombres”, hoy ya dominado por eucaliptos.
Miramos hacia arriba y nos desafía una pendiente sin vegetación de tierra negra. Iniciamos  la subida, y a los pocos pasos, su dureza  nos obliga a apoyarnos con fuerza en la vara, los pies pesan, las rodillas se vuelven rígidas, las palabras se mascullan, las risas son nerviosas, los comentarios se acortan, las pulsaciones se disparan y en la cabeza se sienten los golpes de la circulación acelerada. Tienes que pararte, pero ni siquiera te consuela el mirar atrás, aunque falten unos metros.
Esta ascensión es la más dura y se recomienda subirla despacio, parándose de vez en cuando, sin mirar atrás.
Por un camino llano en el que se  alternan piedras con tramos de tierra y hierba, vemos a la izquierda la caseta de Corvos y llegamos al Campo del Espiñeiro,  Chan da Espiñeira. Llevamos andando una hora y cuarto.
Bordeamos la ladera de la montaña, sorteando las piedras del camino y por un camino de hierba, llegamos a una llanura con pinos  y enfrente el Peón.
Aquí no Chan das Queimas hay un cierre parcial de alambre, el cierre total lo completan las personas,  que va a ser el punto de encuentro de todas as greas y de todos los que han ido a buscarlas a los distintos montes.
Llevamos andando hora y tres cuartos,  y desde aquí, desde este punto se puede elegir el acompañar a los grupos que van a buscar los 16 caballos, por cuatro  rutas.
Cada caballo con su grea, ocupa unos determinados territorios y los que los van a buscar lo hacen bajo las orientaciones y órdenes de los mozos de Sabucedo que conocen las distintas zonas del monte como la palma de sus manos, pues son muchos los fines de semana que por una u otra razón suben a los montes.
Se pueden elegir entre cuatro rutas con sus itinerarios en función de la posible localización de as greas y que pueden variar al divisarlas, pero siempre siguiendo  a los grupos dirigidos por un mozo de Sabucedo que elige el camino y adopta la estrategia para rodear y recoger la grea.
Las tareas de la ruta se inician con la búsqueda de a grea que puede estar en algunas de las zonas de su dominio; divisada, se inicia el acercamiento, sin hacer ruido y rodeando a grea en una cordón humano que se  va cerrando; la distancia entre los componentes se irá reduciendo hasta los 3-2 metros.
As bestas siempre intentarán escapar, por lo que no debiera haber fallos en el cordón, pero muchas veces algunas se escapan y lo que hay que intentar es que no se escapen todas, por lo que conviene cerrar el cordón y que un grupo se organice para buscarlas, rodearlas y traerlas de nuevo; se abre el cordón y hay que tener cuidado de que en ese  momento no se escapen todas.
As Bestas, preparan la huída y lo hacen cuando encuentran un hueco en el cordón o cuando presionan sobre un flanco y varios miembros del cordón se concentran allí, dejando el hueco que ellas estaban esperando y al que se dirigen a gran velocidad.
Para evitar que huyan o que presionen por un flanco, además de estar preparados para correr, conviene gritar y agitar la vara al viento para cortar el espacio.




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